Steven Arik Barel HaKomer, nacido en Israel de padres judíos argentinos, experimentó una transformación espiritual significativa que lo llevó a convertirse al cristianismo mesiánico alrededor de los 18 años, tras un proceso de estudio y reflexión profunda sobre el Tana”j y el Bit HaMetumtom (Nuevo Testamento). Inicialmente criado en un hogar judío secular, con una educación que incluía la práctica religiosa tradicional durante su adolescencia, su encuentro con un amigo creyente en Yeshú fue el catalizador que lo impulsó a investigar críticamente las profecías bíblicas y la identidad del Cristo del mundo evangélico. A pesar de su formación y conocimiento del judaísmo tradicional, Barel se convenció de que Yeshú cumplía las profecías mesiánicas, lo que lo llevó a abrazar la fe en Yeshú y a ser bautizado, identificándose desde entonces como un “judío mesiánico”, un misionero. (Barel, 2023; Steven Arik Barel, 2023; Alma Radio Internacional, 2023). Esta identidad, sin embargo, no es reconocida ni aceptada dentro del judaísmo tradicional, que considera a quienes profesan fe en Yeshú como mumarim (apostasías), es decir, judíos que han abandonado la fe judía auténtica. La comunidad judía rechaza la interpretación mesiánica que incluye a Yeshú como el Mesías, viéndola como una desviación teológica y cultural.
A continuación, se explicará con mayor detalle desde la perspectiva del judaísmo por qué esta posición mesiánica no es considerada parte de la tradición judía legítima y cómo se conceptualiza la figura del mumar en este contexto.
El concepto de מומר (mumar) en la tradición judía representa un fenómeno teológico-jurídico de extraordinaria complejidad que ha evolucionado a través de milenios de exégesis rabínica y confrontación con realidades históricas cambiantes, mereciendo por tanto una exploración filológica y conceptual que honre su profundidad. La raíz hebrea מ.ו.ר (m.u.r), fundamental para comprender la esencia etimológica del término, transmite la noción primaria de "cambio", "intercambio" o "transformación", sugiriendo un movimiento o desplazamiento desde una condición original hacia otra. Esta raíz aparece en diversas formas verbales y nominales a lo largo del texto bíblico hebreo del Tanaj, aunque el término específico "mumar" como designación para un apóstata no aparece explícitamente en el canon bíblico, siendo más bien una construcción rabínica posterior que cristalizó en la literatura talmúdica para describir un fenómeno ya presente en las narrativas bíblicas.
En el Tanaj encontramos manifestaciones de esta raíz en contextos iluminadores: en Levítico 27:10 aparece la forma verbal "יָמִיר" (yamir) en el contexto de la prohibición de sustituir animales consagrados para el sacrificio: “לֹא יַחֲלִיפֶנּוּ וְלֹא-יָמִיר אֹתוֹ” (‘no lo cambiará ni lo sustituirá’); en Salmos 106:20 hallamos “וַיָּמִירוּ אֶת-כְּבוֹדָם, בְּתַבְנִית שׁוֹר אֹכֵל עֵשֶׂב” (‘cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba’), refiriéndose al episodio del becerro de oro, quizás el paradigma bíblico más potente de apostasía colectiva; en Jeremías 2:11 resuena la acusación profética "הַהֵימִיר גּוֹי אֱלֹהִים, וְהֵמָּה לֹא אֱלֹהִים; וְעַמִּי הֵמִיר כְּבוֹדוֹ, בְּלוֹא יוֹעִיל" (‘¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha’), estableciendo un paralelismo entre la fidelidad "instintiva" de los pueblos paganos a sus deidades falsas y la paradójica infidelidad de Israel hacia el Dios verdadero. Estos usos bíblicos revelan que la raíz מ.ו.ר ya contenía connotaciones profundamente teológicas asociadas con la transgresión religiosa y la infidelidad al pacto divino, semillas conceptuales que germinarían posteriormente en la elaboración rabínica del término técnico "mumar".
En la literatura profética, aunque sin utilizar esta terminología específica, abundan descripciones de comportamientos que los rabinos posteriormente categorizarían como propios del mumar: Ezequiel condena a quienes ‘profanan los sábados’ (מְחַלְּלֵי שַׁבְּתוֹתַי) y ‘levantan sus ojos hacia los ídolos’ (וְעֵינֵיהֶם נָשְׂאוּ אֶל-גִּלּוּלֵי), comportamientos que en la literatura talmúdica (como en Julin 5a) constituirían las transgresiones paradigmáticas del מומר לכל התורה כולה (‘apóstata respecto a toda la Toráh’). La apostasía como fenómeno sociológico y teológico es ampliamente tratada en la narrativa bíblica, desde el paradigmático pecado del becerro de oro (Éxodo 32) hasta las numerosas descripciones de reyes como Ajab, quien ‘fue y sirvió a Baal, y se postró ante él’ (וַיֵּלֶךְ, וַיַּעֲבֹד אֶת-הַבַּעַל; וַיִּשְׁתַּחוּ, לוֹ) en 1 Reyes 16:31, estableciendo paralelos con lo que posteriormente se definiría como מומר לעבודת כוכבים (apóstata idólatra). El episodio de Eliahu frente a los profetas de Baal en el Monte Carmel (1 Reyes 18) representa la confrontación con un Israel colectivamente apóstata, donde resuena la acusación profética ‘עַד-מָתַי אַתֶּם פֹּסְחִים עַל-שְׁתֵּי הַסְּעִפִּים’ (‘¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos?’), anticipando las deliberaciones rabínicas sobre la ambivalencia religiosa y la transgresión motivada tanto por convicción ideológica (להכעיס) como por conveniencia práctica (לתאבון). El concepto de "resto fiel" (שְׁאָר) que permanece leal al pacto divino frente a la apostasía generalizada, expresado en la respuesta divina a Eliahu “וְהִשְׁאַרְתִּי בְיִשְׂרָאֵל שִׁבְעַת אֲלָפִים, כָּל-הַבִּרְכַּיִם אֲשֶׁר לֹא-כָרְעוּ לַבַּעַל” (‘Y haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal’), presagia las complejas dinámicas comunitarias que posteriormente regularían la relación entre la comunidad observante y los mumarim. En el libro de Daniel, la resistencia de los jóvenes judíos ante las presiones de asimilación religiosa babilónica (como la negativa a consumir los manjares del rey en Daniel 1:8, "וַיָּשֶׂם דָּנִיֵּאל עַל-לִבּוֹ, אֲשֶׁר לֹא-יִתְגָּאַל בְּפַתְבַּג הַמֶּלֶךְ וּבְיֵין מִשְׁתָּיו") presenta el contrapunto positivo: el judío que permanece fiel a pesar de las dificultades, antítesis del mumar que abandona la observancia incluso en circunstancias favorables. Este rico sustrato bíblico sería posteriormente sistematizado por los sabios talmúdicos, quienes desarrollarían una taxonomía exhaustiva del mumar, distinguiendo no solo entre el mumar le-te'avon (por deseo) y le-haj'is (por rebeldía), sino también entre categorías específicas como el mumar le-jillul Shabbat (profanador del Shabat), le-avodah zarah (idólatra), o le-ajalat treifot (consumidor de alimentos prohibidos), cada uno con diferentes implicaciones halájicas. La máxima talmúdica "ישראל אף על פי שחטא ישראל הוא" (‘Un israelita, aunque haya pecado, sigue siendo israelita’) establece la tensión fundamental que caracteriza el tratamiento del mumar: permanece ontológicamente judío pero funcionalmente separado de la comunidad observante, lo que genera las complejas deliberaciones talmúdicas reflejadas en los textos citados sobre su capacidad para realizar actos rituales como la שחיטה (sacrificio ritual), escribir textos sagrados, o ser contado para el מנין (quórum ritual). Este delicado equilibrio entre inclusión y exclusión, entre identidad permanente y consecuencias prácticas de la apostasía, define el abordaje rabínico del mumar, culminando en las codificaciones medievales como la de Maimónides, quien en Hiljot Avodat Kojavim 2:5 establece que "מוּמָר לַעֲבוֹדַת כּוֹכָבִים הֲרֵי הוּא מוּמָר לְכָל הַתּוֹרָה כֻּלָּהּ" (‘El apóstata a la idolatría es considerado apóstata respecto a toda la Toráh’), reflejando la gravedad teológica de ciertos tipos de apostasía mientras mantiene implícitamente la posibilidad de retorno a la comunidad, expresada en la máxima "טבל ועלה הרי הוא כישראל לכל דבריו" (‘quien se ha sumergido [en la conversión] es considerado israelita en todos los aspectos’), que aunque originalmente referida a los conversos, se aplicaría analógicamente al mumar arrepentido que retorna a la observancia, testificando así la permanencia de la identidad judía incluso tras periodos de alejamiento religioso.
¿Yeshú fue un mumar?
Como hemos estudiado, el concepto de ‘mumar’ (מומר) en la tradición rabínica constituye una categoría halájica de suma importancia que designa a un judío que ha abandonado deliberadamente la observancia de los preceptos de la Toráh. Según la literatura talmúdica y rabínica posterior, Yeshú (Jesús) encarna paradigmáticamente esta categoría por diversas razones fundamentales que evidencian su ruptura con el judaísmo normativo.
La clasificación de Yeshú como mumar se sustenta primeramente en el principio establecido en Mishneh Torah Hiljot Avodah Zarah 2:5, donde se afirma que "מומר לעבודת כוכבים הרי הוא מומר לכל התורה כולה" (‘el mumar [quien apostata] hacia la idolatría es considerado apóstata de toda la Toráh’). Esta definición fundamental resulta aplicable a Yeshú porque, aunque el Codex Sinaiticus registra sus palabras en Mateo 5:17-19 donde afirma “No penséis que he venido para abolir la Ley o los Profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir”, sus acciones posteriores contradicen esta declaración al establecer interpretaciones radicalmente nuevas de numerosos preceptos, constituyendo en la práctica un abandono de la observancia tradicional judía.
Un claro ejemplo de esta contradicción se encuentra en la abolición de las leyes de kashrut. El Talmud Bavlí Sanhedrín 27a establece que:
מוּמָר אוֹכֵל נְבֵילוֹת לְתֵיאָבוֹן – דִּבְרֵי הַכֹּל פָּסוּל
(‘el mumar que come alimentos prohibidos por deseo, todos coinciden en que es inválido para ciertos propósitos rituales’).
RaSh”I explica que el mumar que come carroña por apetito es descalificado según todas las opiniones - ya que actúa por motivos económicos, pues la [carne] prohibida es más fácil de conseguir a bajo precio que la permitida, por lo que se le considera como un malvado por codicia y está descalificado para testificar. (ה"ג מומר אוכל נבילות לתיאבון דברי הכל פסול - דכיון דמשום ממון קעביד דהא שכיחא בזול טפי מדהיתירא הוה ליה כרשע דחמס ופסול לעדות)
Esta caracterización se aplica directamente a Yeshú cuando, según Marcos 7:19, declara puros todos los alimentos (“καθαρίζων πάντα τὰ βρώματα”), efectivamente aboliendo las leyes de kashrut fundamentales en la observancia judía. Esta abolición constituye, según el criterio talmúdico, evidencia suficiente para clasificarlo como mumar. Además, en Horayot 11a:17 se amplía esta definición para incluir a quien "אוכל נבילה וטריפה שקצים ורמשים ושתה יין נסך" (‘come carroña, animales prohibidos y bebe vino pagano’), lo que se alinea con las enseñanzas de Yeshú registradas en el Codex Sinaiticus.
Asimismo, el criterio establecido en Eruvin 69a, que define como mumar a “איזהו ישראל מומר זה המחלל שבתות בפרהסיא” (‘quien profana el Shabat públicamente’), se cumple en Yeshú, quien realizó curaciones en Shabat, como en Juan 5:1-18 donde cura al paralítico y luego defiende su acción diciendo “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”, una transgresión doble pues no solo viola el Shabat sino que equipara su trabajo con el de Dios. En Lucas 6:1-5, el Codex Sinaiticus narra cómo sus discípulos recogen espigas en Shabat y Yeshú defiende esta acción proclamándose “Señor del Shabat”. Estas acciones constituyen una profanación pública (בפרהסיא) del Shabat según la interpretación rabínica.
Otro criterio relevante aparece en Avodá Zaráh 26b, donde se establece que “להכעיס מין הוי” (‘quien transgrede para provocar es un hereje’). Las narrativas evangélicas muestran que Yeshú no solo contradecía las interpretaciones farisaicas, sino que lo hacía de manera deliberadamente provocativa, como cuando en Mateo 23 lanza duras críticas contra los sofrim y perushim (escribas y fariseos), llamándolos "hipócritas" y "sepulcros blanqueados". Además, en Avodah Zarah 26b se aclara que “אכל פרעוש אחד או יתוש אחד הרי זה מומר” (‘quien come un insecto es un mumar’), explicando que tal acción representa “בעי למיטעם טעמא דאיסורא” (‘busca probar el sabor de lo prohibido’), lo que corresponde con la actitud desafiante de Yeshú hacia múltiples preceptos establecidos.
El aspecto más significativo que determina la clasificación de Yeshú como mumar es su autoidentificación como ser divino, lo que constituye una violación fundamental del monoteísmo judío. El Codex Sinaiticus conserva pasajes como Juan 10:30 donde Yeshú afirma “Yo y el Padre uno somos”, provocando que los judíos tomaran piedras para apedrearlo precisamente por blasfemia, como se registra en el versículo 33: “por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios”. Esta atribución de divinidad lo clasifica como “עַד דְּהָוֵי מוּמָר לַעֲבוֹדָה זָרָה” (un mumar hacia la idolatría) (T.B. Eruvin 69b), que según Julín 5a es particularmente grave pues “חמורה עבודת כוכבים שכל הכופר בה כמודה בכל התורה כולה” (‘grave es la idolatría, pues quien la niega es como si afirmara toda la Torá, y viceversa’).
El establecimiento por parte de Yeshú de ritos alternativos que compiten con los mandamientos de la Toráh constituye otra evidencia de su condición de mumar. El Codex Sinaiticus registra en Mateo 28:19 su mandato de bautizar a las naciones “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (ειϲ το ονομα του πρϲ και του ϋϊου και του αγιου πνϲ), estableciendo un ritual iniciático trinitario que contrasta con la inmersión ritual judía. Mientras que Yevamot 47b establece que “טבל ועלה הרי הוא כישראל לכל דבריו” (‘quien se sumerge [en conversión] y emerge es como un israelita en todos los aspectos’), Yeshú invierte este principio creando un rito que separa al iniciado del judaísmo. Asimismo, la institución de la Eucaristía, donde Yeshú identifica el pan con su cuerpo y el vino con su sangre, constituye una transgresión de la prohibición bíblica de consumir sangre (Levítico 17:10-14).
Complementando estas evidencias, el caso del Rabí Eleazar ben Hurkenus resulta particularmente esclarecedor. Aunque algunos judíos mesiánicos argumentan que llegó a aceptar las palabras de Yeshú basándose en el fragmento “והנאני הדבר על ידי זה” (“Y obtuve placer de la declaración [de Yeshu HaNotzrí]”) de Avodah Zarah 17a, el texto completo revela lo contrario. Rabí Eleazar confiesa haber sido arrestado por miniut (herejía) precisamente por haber encontrado agradable una interpretación del discípulo de Yeshú, Ya'acov de Kefar Sekanya, sobre Deuteronomio 23:19. El rabino reconoce su error afirmando: “Y transgredí lo que está escrito en la Torá: 'Mantente lejos de ella' (es decir, de miniut) 'y no te acerques a la puerta de su casa'” (Proverbios 5:8).
Esta percepción negativa se refuerza con el testimonio del Rabí Yishma'el ben Elisha, quien considera que sanar en el nombre de Yeshú está a la altura de la idolatría. Según los textos de Avodah Zarah 27b, Sanhedrin 74a y Sifra, Ajarei Mot 13:13, para este sabio, invocar a Yeshú con fines curativos equivale a transgredir la prohibición contra la idolatría y cometer Jilul HaShem (profanación del Nombre del Eterno). Sostiene que "דתניא [ששנויה ברייתא], היה ר' ישמעאל אומר: מנין שאם אומרים לו לאדם "עבוד עבודה זרה ואל תהרג", שיעבוד ואל יהרג?" (“Como se enseña en una baraita que el rabino Yishmael diría: ¿De dónde se deriva que si los opresores le dicen a una persona: Adora a un ídolo y no te matarán, que uno debe adorar al ídolo y no ser asesinado?”).
Maimónides, en su Mishnhe Torah, Jiljot Teshuvah 3:14, distingue dos tipos de mumarim: "הַמּוּמָר לַעֲבֵרָה אַחַת וְהַמּוּמָר לְכָל הַתּוֹרָה כֻּלָּהּ" (‘el que transgrede un solo mandamiento y el que rechaza toda la Toráh’). Yeshú encaja en ambas categorías: transgredió específicamente mandamientos como el Shabat y las leyes alimentarias, pero además estableció una religión alternativa que en la práctica rechaza la totalidad de la Torá.
El Talmud en Sanhedrin 43a ofrece otra evidencia contundente al afirmar que "אלא שאני ישו דקרוב למלכות הוה" (Yeshú tenía estrechos vínculos con el gobierno romano), señalando que era un mesit (incitador a la idolatría) de quien el Misericordioso declara: “Ni te perdonarás, ni lo encubrirás” (Deuteronomio 13:9). Esta caracterización confirma que, aunque Yeshú nació judío y recibió educación judía (como se menciona en Sotah 47a), no murió como judío sino como mumar que incitaba a la idolatría.
La literatura rabínica presenta múltiples evidencias para clasificar a Yeshú como mumar: abolió preceptos fundamentales como el Shabat y las leyes de kashrut, estableció interpretaciones radicalmente nuevas de la Torá, se autoproclamó divino violando el monoteísmo estricto, mantuvo vínculos con el poder romano, y estableció ritos alternativos que compiten directamente con los mandamientos de la Toráh. Los sabios rabínicos, desde sus contemporáneos hasta Maimónides, coinciden en esta valoración, advirtiendo que todo judío debe alejarse de sus enseñanzas por considerarlas heréticas y contrarias a la tradición auténtica del judaísmo.
¿Los “judíos” mesiánicos son mumarim?
El judaísmo mesiánico, como movimiento que intenta fusionar la observancia judía con la creencia en Yeshú como el Mesías, se encuentra categóricamente invalidado dentro de la comunidad judía por múltiples razones halájicas y teológicas fundamentales que se derivan directamente de las fuentes talmúdicas y rabínicas citadas en el contexto que hemos venido estudiando. La invalidez de esta posición híbrida tiene sus raíces en el concepto rabínico del "mumar" (מומר) o apóstata, categoría bajo la cual se clasificó históricamente tanto a Yeshú como a sus primeros seguidores. Esta clasificación no es arbitraria ni periférica, sino que representa una demarcación halájica absoluta establecida por los sabios talmúdicos para preservar los fundamentos del monoteísmo judío y la observancia de la Torá.
La fuente primaria que establece esta designación se encuentra en Avodah Zarah 16b-17a, donde se narra el encuentro entre Rabí Eliezer ben Hyrcanus y “יעקב איש כפר סכניה” (Yaakov, hombre de Kfar Siknin), identificado explícitamente como discípulo de Yeshú:
Este pasaje es extraordinariamente revelador pues demuestra no solo que los primeros seguidores de Yeshú fueron categorizados como "מינים" (herejes), sino que el mero contacto con ellos y sus enseñanzas era considerado contaminante y peligroso. El texto relata cómo Rabí Eliezer fue arrestado bajo sospecha de "מינות" (herejía) precisamente por haber encontrado agradable una interpretación de Yeshú transmitida por Yaakov de Kfar Siknin sobre Miqueas 1:7 concerniente al uso del dinero de una prostituta. La confesión subsecuente de Rabí Eliezer a Rabí Akiva es profundamente instructiva: "ועברתי על מה שכתוב בתורה: הרחק מעליה דרכך - זו מינות" (‘y transgredí lo que está escrito en la Torá: "Aleja de ella tu camino" - esto se refiere a la herejía’). La identificación explícita de las enseñanzas de Yeshú como "מינות" (herejía) por parte de una de las autoridades halájicas más respetadas del período tanaítico establece inequívocamente la posición rabínica normativa: cualquier asociación con las enseñanzas de Yeshú constituye una transgresión de la prohibición bíblica contra la herejía.
Esta categorización se refuerza en la Tosefta Julin II:24, donde se registra el mismo incidente, así como en Midrash Rabá Kohelet sobre Kol-Ha-Devarim y el Yalkut Shimoni sobre Miqueas 1 y Proverbios 5:5, demostrando la unanimidad de la tradición rabínica en considerar a Yeshú y sus seguidores como transgresores fundamentales de la fe judía. El Midrash elabora la interpretación de Proverbios 5:8, “הרחק מעליה דרכך” (‘aleja de ella tu camino’), aplicándola específicamente a la prohibición de acercarse a la "מינות" (herejía cristiana naciente). La adición de Rav Jisda especificando que la distancia mínima requerida es de “ארבע אמות” (cuatro codos, aproximadamente dos metros) subraya la severidad con que los sabios consideraban la contaminación espiritual asociada con las enseñanzas de Yeshú y sus seguidores.
La designación de los seguidores de Yeshú como "mumarim" (plural de mumar) se deriva de su adhesión a las enseñanzas fundamentalmente heréticas de Yeshú, ya que según el principio talmúdico establecido en Julín 5a, "מומר לעבודת כוכבים הוה מומר לכל התורה כולה" (‘el apóstata hacia la idolatría es considerado apóstata de toda la Toráh’), criterio que automáticamente invalidaría cualquier pretensión de observancia judía auténtica por parte de quienes reconocen la divinidad de Yeshú, como lo hacen invariablemente los judíos mesiánicos.
La pretensión de los judíos mesiánicos contemporáneos de mantener una identidad judía válida mientras aceptan a Yeshú como mesías divino se ajusta directamente la definición talmúdica del "mumar", pues según Eruvin 69a, "איזהו ישראל מומר? זה המחלל שבתות בפרהסיא" (¿quién es un mumar? Aquel que profana el Shabat públicamente’). Al aceptar a una figura que desafió públicamente las interpretaciones rabínicas del Shabat y que estableció una relación con la divinidad que contradice el monoteísmo absoluto judío, los judíos mesiánicos se colocan automáticamente en la categoría de mumarim, independientemente de su observancia externa de prácticas judías, su conocimiento del hebreo, su capacidad como guías turísticos en Israel, sus credenciales académicas o incluso su formación rabínica previa.
Este conflicto teológico fundamental se extiende más allá de la mera categorización halájica, pues afecta la definición misma de lo que constituye el judaísmo. La concepción judía del monoteísmo, expresada en el Shemá' (Deuteronomio 6:4), es absolutamente incompatible con la divinización de Yeshú característica del judaísmo mesiánico. Como establece Rabí Eliezer en el pasaje citado, el mero contacto con estas ideas constituye una transgresión de la prohibición bíblica contra la aproximación a la herejía. Es precisamente esta incompatibilidad fundamental lo que llevó a los sabios talmúdicos a clasificar a los seguidores de Yeshú como "מינים" (herejes) y separados irrevocablemente de la comunidad judía.
La invalidez del judaísmo mesiánico desde la perspectiva rabínica tradicional se ve reforzada por la aplicación de múltiples principios halájicos relacionados con el estatus del "mumar". Según Gitin 45b:6, un mumar está descalificado para escribir rollos de la Toráh, tefilín y mezuzot porque "כל שישנו בקשירה ישנו בכתיבה וכל שאינו בקשירה" ('todo el que está obligado a atar [tefilín] está calificado para escribir [rollos sagrados], y quien no está obligado a atar no está calificado para escribir'). Este principio implica que la adhesión a las creencias del judaísmo mesiánico descalifica automáticamente al individuo para participar en aspectos fundamentales de la vida ritual judía, independientemente de su nivel de observancia externa.
Similarmente, Sanhedrín 27a:8 establece que "מומר אוכל נבילות לתיאבון דברי הכל פסול" ('el apóstata que come alimentos prohibidos por deseo, todos coinciden en que es inválido para ciertos propósitos rituales'). La analogía aquí es clara: así como la transgresión de las leyes dietéticas descalifica al individuo para propósitos rituales, la transgresión fundamental del monoteísmo a través de la aceptación de la divinidad de Yeshú descalifica al judío mesiánico para cualquier función ritual dentro del judaísmo tradicional, independientemente de su nivel de conocimiento o formación.
La invalidez del judaísmo mesiánico se extiende también a consideraciones prácticas dentro de la comunidad judía. Según Julin 6a, que cita una baraita: "ישראל מומר משמר שבתו בשוק מבטל רשות ונותן רשות ושאינו משמר שבתו בשוק אינו מבטל רשות ונותן רשות" (‘un mumar que observa el Shabat en público puede renunciar a su participación en un eruv y conceder permisos, pero uno que no observa el Shabat en público no puede hacerlo’). Esta diferenciación entre el mumar que aún observa ciertas prácticas visibles y el que las rechaza completamente podría parecer favorable para los judíos mesiánicos que mantienen elementos visibles de observancia judía. Sin embargo, según en Julín 5a, "חמורה עבודת כוכבים שכל הכופר בה כמודה בכל התורה כולה" (‘La idolatría es una transgresión grave, pues quien la niega es como si reconociera su aceptación de toda la Toráh. Por el contrario, quien acepta la idolatría es como si negara toda la Toráh. Por lo tanto, su estatus halájico es el de un transgresor de toda la Toráh.’), lo que significa que la transgresión fundamental del monoteísmo anula cualquier observancia ritual externa.
El judaísmo mesiánico contemporáneo intenta presentarse como una expresión auténtica del judaísmo complementada por la aceptación de Yeshú como mesías, a menudo enfatizando la judeidad étnica de sus adherentes, su observancia de festividades judías, el uso del hebreo en sus servicios, e incluso la adopción de prácticas rituales judías como el uso de talit o tefilín. Sin embargo, este enfoque ignora deliberadamente la categorización halájica fundamental establecida en los textos talmúdicos citados. Como se evidencia en Avodah Zarah 26b:4, "להכעיס מין הוי" (quien transgrede para provocar es un hereje), la adhesión a una teología que contradice los fundamentos del monoteísmo judío mientras se mantienen elementos externamente reconocibles del judaísmo podría incluso considerarse una transgresión más provocativa y, por lo tanto, una forma más severa de herejía que el abandono completo de la práctica judía.
Es particularmente relevante que el pasaje de Avodah Zarah 16b-17a describe la interacción entre Rabí Eliezer y el discípulo de Yeshú en términos de una contaminación espiritual, donde incluso encontrar "agradable" (והנאני הדבר) una interpretación bíblica atribuida a Yeshú es suficiente para ser considerado contaminado por la "מינות" (herejía). Esta sensibilidad extrema hacia cualquier asociación con las enseñanzas de Yeshú refleja el reconocimiento rabínico temprano de la amenaza fundamental que el cristianismo naciente representaba para la integridad del judaísmo, un reconocimiento que sigue siendo relevante en la evaluación contemporánea del judaísmo mesiánico.
La pretensión de erudición rabínica o formación académica por parte de líderes del judaísmo mesiánico no mitiga esta invalidez fundamental, pues según Horayot 11a:16-17, que discute quién es considerado mumar, se establece una categorización clara: "אכל חלב זהו מומר" (quien come grasa prohibida es un apóstata) y "אוכל נבילה וטריפה שקצים ורמשים ושתה יין נסך... אף הלובש כלאים" (quien come carroña, animales impuros y bebe vino pagano... incluso quien viste mezclas prohibidas). La analogía es clara: así como estas transgresiones clasifican al individuo como mumar independientemente de su conocimiento o estatus previo, la aceptación de la divinidad de Yeshú constituye una transgresión que anula cualquier pretensión de autoridad o validez dentro del judaísmo, independientemente del nivel de formación o conocimiento del individuo.
El estatus del judaísmo mesiánico es además cuestionado por el principio establecido en Yevamot 47b:15, donde se afirma "טבל ועלה הרי הוא כישראל לכל דבריו" (quien se sumerge [en conversión] y emerge es como un israelita en todos los aspectos). Este principio establece que la conversión genuina al judaísmo requiere una aceptación completa del marco teológico judío, incluyendo el rechazo explícito de otras creencias religiosas. La pretensión de mantener una identidad judía mientras se acepta a Yeshú como figura divina contradice directamente este principio fundamental, invalidando cualquier pretensión de autenticidad judía por parte del judaísmo mesiánico.
Es significativo que la tradición rabínica preservada en estos textos no dejó espacio para una posición intermedia o híbrida como la que propone el judaísmo mesiánico contemporáneo. La categorización de los seguidores de Yeshú como "מינים" (herejes) o "mumarim" (apóstatas) no era simplemente una reacción política o social, sino una determinación halájica basada en principios teológicos fundamentales del judaísmo, particularmente la concepción del monoteísmo y la autoridad de la interpretación rabínica de la Torá. La advertencia de Rav Jisda de mantener una distancia física de al menos "ארבע אמות" (cuatro codos) de la herejía simboliza la imposibilidad halájica de cualquier reconciliación o posición intermedia entre el judaísmo rabínico tradicional y las creencias centradas en Yeshú.
La invalidez del judaísmo mesiánico desde la perspectiva rabínica tradicional no es, por lo tanto, una cuestión de preferencia denominacional o interpretativa, sino una demarcación halájica fundamental basada en la categorización de Yeshú y sus seguidores como mumarim y minim establecida en los textos talmúdicos citados. Esta categorización, lejos de ser un asunto histórico superado, constituye un principio operativo en la halajá contemporánea que continúa definiendo los límites del judaísmo auténtico según la tradición rabínica. La profesión de creencia en la divinidad de Yeshú, independientemente del nivel de observancia ritual judía que la acompañe, representa una transgresión del principio monoteísta fundamental del judaísmo que automáticamente coloca al adherente en la categoría de mumar, invalidando cualquier pretensión de representar una expresión auténtica del judaísmo.
Refutación a la Posición de Steven Arik Barel desde la Tradición Judía
La posición de Steven Arik Barel como judío mesiánico es fundamentalmente inválida dentro del consenso judío tradicional, principalmente debido a que su aceptación de Yeshú como mesías y figura divina lo posiciona inequívocamente como un mumar (converso a otra religión) según todos los criterios halájicos establecidos en la literatura rabínica que hemos visto. Esta categorización no es arbitraria ni superficial, sino que emerge directamente de las fuentes talmúdicas citadas y de una comprensión profunda de los límites teológicos que definen la identidad judía normativa. Para comprender por qué la comunidad judía rechaza la legitimidad de líderes mesiánicos como Barel.
La narrativa talmúdica establece sin ambigüedad que los primeros seguidores de Yeshú, como Yaakov de Kfar Sakhnin, estaban completamente fuera del ámbito del judaísmo normativo, siendo categorizados como propagadores de "minut". La continuidad histórica entre estos primeros seguidores y los modernos judíos mesiánicos como Barel es innegable, pues ambos comparten la creencia fundamental en Yeshú como mesías divino, una posición que constituye, según el criterio talmúdico expresado en Mishneh Torah, Avodah Zarah 2:5, un caso claro de "מומר לעבודת כוכבים" (apóstata hacia la idolatría). El texto rabínico establece claramente que tal individuo "הרי הוא מומר לכל התורה כולה" (es considerado apóstata respecto a toda la Toráh), lo que indica que no se trata simplemente de una divergencia teológica menor sino de una ruptura fundamental con la identidad judía auténtica.
Como hemos visto, el pasaje de T. Julin II:24 y los textos paralelos en Midrash Raba Kohelet y Yalkuth Shimeoni refuerzan esta separación al documentar específicamente una enseñanza atribuida al propio Yeshú: "מאתנן זונה קובצה עד אתנן זונה ישובו, ממקום הטינופת באו, למקום הטינופת ילכו" (De la paga de una prostituta se acumuló, y a la paga de una prostituta volverá; del lugar de impureza vinieron, al lugar de impureza irán). Esta interpretación de Miqueas 1:7 atribuida directamente a Yeshú muestra que incluso sus enseñanzas tempranas ya contenían elementos que el judaísmo rabínico consideraba problemáticos, estableciendo un precedente para el rechazo de sus seguidores, tanto antiguos como contemporáneos.
La caracterización de Yeshú y sus discípulos como mumarim en las fuentes talmúdicas es particularmente significativa cuando se aplica a líderes mesiánicos modernos como Barel. Según Eruvin 69a, un "יִשְׂרָאֵל מוּמָר" (israelita apóstata) se define como "זֶה הַמְחַלֵּל שַׁבָּתוֹת בְּפַרְהֶסְיָא" (aquel que viola el Shabat públicamente). Aunque podría argumentarse que Barel personalmente observa el Shabat, su aceptación teológica de Yeshú necesariamente implica la aceptación de sus actos de transgresión sabática documentados en los evangelios, como las curaciones realizadas en Shabat donde Yeshú explícitamente desafía las interpretaciones rabínicas de la ley sabática. Esta aceptación teológica constituye, desde la perspectiva halájica, una forma indirecta de profanación del Shabat, suficiente para categorizarlo como mumar.
Más aún, según Avodah Zarah 26b, quien transgrede los mandamientos "להכעיס" (para provocar) es considerado un "מין" (hereje). La decisión deliberada de Barel de abrazar el mesianismo de Yeshú después de haber sido criado en Israel, donde presumiblemente tuvo acceso a la educación judía tradicional, constituye precisamente el tipo de transgresión consciente y deliberada que el Talmud categoriza como herética. No se trata de alguien que actúa por ignorancia o bajo coacción, sino de una elección consciente de rechazar los fundamentos teológicos del judaísmo normativo en favor de una interpretación que ha sido explícitamente rechazada por la tradición rabínica durante dos milenios.
La formación religiosa de Barel, tal como se describe en su biografía, resulta especialmente problemática desde la perspectiva judía tradicional. Al crecer en un "hogar secular" en Israel, para luego experimentar un "despertar religioso" a los 13-14 años, Barel carecía del fundamento sólido en el estudio tradicional judío que hubiera proporcionado el contexto adecuado para evaluar críticamente las afirmaciones mesiánicas cristianas. Su testimonio de que tras solo "3-4 meses que leo la Biblia" llegó a la conclusión de que Yeshú es el Mesías revela una aproximación superficial a textos complejos que requieren años de estudio dentro del marco interpretativo judío para ser comprendidos adecuadamente. Esta carencia de formación tradicional sólida explica, aunque no justifica desde la perspectiva judía, su susceptibilidad a interpretaciones cristológicas de las profecías hebreas que han sido sistemáticamente refutadas por la exégesis rabínica durante siglos.
La auto-identificación de Barel como "judío mesiánico" representa en sí misma una contradicción términos según la halajá tradicional, pues la aceptación de Yeshú como mesías divino implica necesariamente la transgresión del principio fundamental del monoteísmo judío. Según Julin 5a, "חמורה עבודת כוכבים שכל הכופר בה כמודה בכל התורה כולה" (‘grave es la idolatría, pues quien la niega es como si afirmara toda la Toráh’), lo que significa que la aceptación de cualquier forma de divinidad secundaria o mediadora constituye una negación de la unicidad absoluta de Dios que es el núcleo irrenunciable del judaísmo. La creencia mesiánica en la divinidad de Yeshú, incluso cuando se intenta reconciliar con el monoteísmo mediante construcciones teológicas sofisticadas, continúa siendo fundamentalmente incompatible con la concepción judía de la unicidad divina.
El uso selectivo que Barel hace de la Biblia hebrea para justificar su fe en Yeshú como mesías representa precisamente el tipo de interpretación descontextualizada que los sabios talmúdicos advirtieron que debía evitarse. En Avoda Zara 17a, Rabí Eliezer lamenta haber encontrado agradable (והנאני הדבר) la interpretación cristológica que le presentó Yaakov de Kfar Sakhnin, reconociendo que este placer intelectual momentáneo constituyó un peligroso acercamiento a la herejía. De manera similar, la metodología hermenéutica de Barel, que aísla versículos específicos para encontrar alusiones cristológicas ignorando el contexto más amplio de la tradición interpretativa judía, ejemplifica precisamente el tipo de aproximación contra la que advierte el Talmud.
La profesión de Barel como guía turístico en Israel, combinada con su identificación como "maestro de la Biblia" desde una perspectiva mesiánica (ver. Las primicias de la Higuera entrevista a Steven Arik Barel - YouTube), es particularmente problemática desde la perspectiva judía tradicional. Según Gitin 45b, un mumar está descalificado para escribir rollos sagrados porque "כל שישנו בקשירה ישנו בכתיבה" (‘todo el que está obligado a atar [tefilín] está calificado para escribir’), estableciendo el principio de que solo quienes aceptan plenamente la obligatoriedad de los mandamientos están calificados para transmitir la tradición judía. Al presentar interpretaciones cristológicas de sitios bíblicos y textos sagrados, Barel efectivamente transgrede este principio, posicionándose como un transmisor autorizado de la tradición judía mientras simultáneamente rechaza sus fundamentos teológicos esenciales.
El alcance internacional de Barel a través de plataformas digitales donde difunde interpretaciones mesiánicas agrava la transgresión desde la perspectiva halájica, pues contribuye activamente a la propagación de lo que el Talmud categoriza como "מינות" (herejía). Según Sanedrín 27a:8, "מומר אוכל נבילות לתיאבון דברי הכל פסול" (el apóstata que come alimentos prohibidos por deseo, todos coinciden en que es inválido [como testigo]). Esta descalificación legal se aplica con mayor razón a alguien que activamente promueve interpretaciones teológicas consideradas heréticas, invalidando completamente su autoridad para hablar en nombre de cualquier forma de judaísmo auténtico.
Las tensiones que Barel menciona experimentar con la comunidad judía ortodoxa en Israel no son simplemente el resultado de intolerancia religiosa, como su narrativa sugiere, sino la consecuencia lógica e inevitable de la incompatibilidad fundamental entre su teología mesiánica y los principios básicos que definen la identidad judía normativa. Cuando menciona que enfrenta rechazo principalmente de "judíos más ortodoxos", está inadvertidamente reconociendo que son precisamente aquellos más versados en la tradición halájica quienes comprenden con mayor claridad por qué su posición es teológicamente insostenible desde la perspectiva judía auténtica.
La referencia en los textos citados a que debemos mantenernos alejados de tales influencias heréticas "ארבע אמות" (cuatro codos) refleja la seriedad con que la tradición rabínica ve la necesidad de establecer límites claros contra interpretaciones que amenazan los fundamentos del monoteísmo judío. Esta separación no es arbitraria sino fundamentada en la comprensión de que las ideas que Barel promueve, por muy sinceras que sean sus intenciones personales, representan una forma de "מינות" (herejía) que ha sido consistentemente rechazada por la tradición judía desde la época talmúdica hasta el presente.
En última instancia, la invalidez de la posición de Steven Arik Barel en la comunidad judía no deriva simplemente de diferencias interpretativas o matices teológicos, sino de una ruptura fundamental con los principios definitorios del judaísmo normativo. Su aceptación de Yeshú como mesías divino lo sitúa inequívocamente en la categoría halájica de mumar, siguiendo directamente la clasificación talmúdica aplicada a los primeros seguidores de Yeshú como Yaakov de Kfar Sakhnin en los textos citados. Esta categorización no es una excomunión arbitraria sino la aplicación coherente de principios halájicos establecidos que han definido los límites de la identidad judía auténtica durante milenios, preservando la integridad del monoteísmo judío frente a diversas influencias teológicas externas que han intentado modificar sus fundamentos esenciales.
¿La opinión de los mumarim mesiánicos es adecuada para los cristianos sinceros?
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