Por Tamara Maleh.
En los últimos tiempos, ha surgido un término controvertido y carente de fundamento histórico conocido como "judíos edomitas". Esta noción, promovida principalmente por círculos antisemitas, grupos del movimiento de Raíces Hebreas (incluyendo los Natzratim, נצרתים, seguidores de una corriente mesiánica que combina elementos judíos y cristianos), y adherentes a diversas teorías conspirativas, carece por completo de base académica o histórica sólida. Estas sectas y grupos utilizan el término "edomitas" o "hijos de Esav" para referirse al pueblo judío en un contexto teológico y simbólico, basándose en narrativas bíblicas y en la historia de la relación conflictiva entre los edomitas y los israelitas.
Esta interpretación tergiversada ha sido fuertemente influenciada por el reciente aumento del antisemitismo, particularmente exacerbado desde el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023. Aunque el antisemitismo en América Latina no ha alcanzado los niveles alarmantes observados en Europa y Estados Unidos, se ha registrado un incremento significativo de incidentes antisemitas en la región. Este clima de creciente hostilidad ha llevado a algunos grupos, como el movimiento de Raíces Hebreas, a buscar una reafirmación de su identidad como parte del "verdadero Israel", lo que paradójicamente puede contribuir a la propagación de narrativas antisemitas bajo el disfraz de solidaridad religiosa.
Esta teoría infundada de los "judíos edomitas" no solo contradice la evidencia histórica y genética, sino que también se opone directamente a las fuentes tradicionales judías más respetadas. La discrepancia entre esta noción moderna y la literatura rabínica clásica es particularmente notable y reveladora. Mientras que grupos antisemitas y algunas sectas cristianas promueven esta idea sin base, la vasta tradición textual judía, que abarca milenios de erudición y análisis meticuloso, no ofrece ningún respaldo a tal concepto. De hecho, la ausencia de cualquier mención de una supuesta conexión genealógica entre los judíos y los edomitas en los textos rabínicos, conocidos por su exhaustividad en asuntos de linaje, es un fuerte argumento contra esta teoría. Esta disparidad subraya la naturaleza fabricada y políticamente motivada de la noción de "judíos edomitas", evidenciando cómo el antisemitismo contemporáneo busca reescribir la historia para deslegitimar la identidad judía, en clara contradicción con la evidencia textual, histórica y científica disponible.
La literatura rabínica (ספרות חז"ל, Sifrut JaZ"aL), incluyendo textos talmúdicos y midráshicos, no hace mención alguna de tal concepto. Por el contrario, estas fuentes, conocidas por su minuciosidad en discusiones sobre linajes y genealogías, tratan consistentemente a los judíos como descendientes directos de las tribus de Israel, particularmente de Judá, Benjamín y Leví.
Autores como Ernest L. Martin, Arnold Kennedy y Steven M. Collins, conocidos por sus posturas antisemitas y anti-judaicas, han intentado propagar la idea falsa de que los judíos actuales no descienden de Israel, sino de Edom, un antiguo pueblo considerado tradicionalmente como enemigo de Israel en las narrativas bíblicas.
Sin embargo, esta afirmación no solo carece de evidencia genética, histórica o arqueológica que la respalde, sino que además ignora deliberadamente la bien documentada continuidad histórica del pueblo judío (עם ישראל, Am Israel) y sus profundos vínculos con la tierra de Israel (ארץ ישראל, Eretz Israel). Los estudios genéticos modernos han demostrado consistentemente la ascendencia oriental común de las comunidades judías globales, refutando categóricamente las afirmaciones de los defensores de esta teoría pseudohistórica. La tradición judía, desde los textos bíblicos hasta la literatura rabínica posterior, enfatiza la importancia de la descendencia y la continuidad genealógica. El concepto de “zera Israel” (זרע ישראל, la simiente de Israel) es central en la autocomprensión judía y en las discusiones halájicas sobre identidad y pertenencia al pueblo judío.
Los sabios del Talmud, como Rabi Akiva y Rabi Yehuda HaNasi, dedicaron considerable atención a cuestiones de linaje y pureza familiar, sin jamás sugerir una infiltración o usurpación masiva por parte de edomitas u otros pueblos.
Además, las fuentes históricas no judías, desde los escritos romanos hasta los documentos árabes medievales, consistentemente identifican a los judíos como un pueblo distinto con una conexión ancestral a la tierra de Israel. Las referencias a Edom en textos antiguos, tanto bíblicos como extra-bíblicos, no sustentan en absoluto la idea de una conversión masiva o fusión con los judíos de Judea. Estas interpretaciones tergiversadas de ciertos versículos bíblicos son sacadas de contexto con el claro propósito de apoyar teorías infundadas y promover agendas antisemitas.
Por ejemplo, el netzarita mapuche de Andrés Rocha Ben Israel (‘Gever’ de los Natzratim chilenos) utiliza Ovadia 1:1-2 cuya falacia consiste en exponer un mapa comparativo de Israel frente a otras naciones respecto a su extensión territorial y poblacional con lo que concluye que la nación pequeña se refiere al moderno estado de Israel, sin embargo, la interpretación que identifica a Edom con el pueblo judío es fundamentalmente errónea y contradice tanto el contexto histórico como la exégesis rabínica tradicional de la profecía de Ovadia.
Los comentaristas clásicos, incluyendo Rashi, Ibn Ezra y Abarbanel, concuerdan en que Edom se refiere a la nación descendiente de Esaú (Esav), históricamente ubicada al sur de Israel. Rashi explica el Talmud Bavli Sanhedrin 39b que Ovadia, siendo un converso edomita ("עובדיה גר אדומי היה"), fue elegido específicamente para profetizar contra su pueblo de origen, lo que subraya la distinción entre Edom e Israel. Ibn Ezra y Abarbanel interpretan la frase “Te he hecho pequeño entre las naciones” ("הנה קטן נתתיך בגוים", Ovadia 1:2) no como una descripción del pueblo judío, sino como una predicción del futuro declive de Edom. Abarbanel, en particular, amplía esta interpretación para incluir al Imperio Romano y las naciones cristianas como extensiones posteriores de Edom:
אדום הסמוכה לארץ ישראל משם יצאו המלכים אשר מלכו באיטליא ואשר בנו רומי רבתי בגוים",
“Edom adyacente a la tierra de Israel, de allí salieron los reyes que gobernaron en Italia y que construyeron la gran Roma entre las naciones”,
Lo que demuestra una comprensión de Edom como una entidad distinta y opuesta a Israel. La afirmación de que Edom representa al pueblo judío contradice no solo estos comentarios, sino también la narrativa bíblica consistente que presenta a Edom como una nación separada y frecuentemente hostil a Israel (como se evidencia en Números 20:14-21). Además, la profecía de Ovadia predice explícitamente la destrucción de Edom (versículos 8-9, 18), lo cual sería completamente incongruente si se aplicara al pueblo judío, considerando las promesas divinas de preservación eterna a Israel (Jeremías 31:35-37). La interpretación de "pequeño entre las naciones" como referencia al tamaño actual de la población judía ignora el contexto histórico de la profecía y la naturaleza predictiva del texto. Por lo tanto, la exégesis rabínica tradicional, el contexto bíblico más amplio y la coherencia interna del texto de Ovadia refutan categóricamente la identificación de Edom con el pueblo judío, sosteniendo en cambio la visión de Edom como una nación distinta y antagonista, cuyo destino sirve como advertencia y contraste con el destino prometido de Israel.
Por otra parte, eruditos reconocidos en el campo de los estudios judaicos y la historia antigua del Cercano Oriente han rechazado unánimemente la noción de "judíos edomitas". El profesor Shaye J.D. Cohen de Harvard ha calificado esta teoría como una mera fantasía sin sustento evidencial, mientras que el profesor Seth Schwartz de Columbia ha señalado la total ausencia de base arqueológica o historiográfica para tal idea. La curadora Raquel Ukeles del Museo Judío de Nueva York ha enfatizado cómo los estudios genéticos contradicen cualquier teoría de un origen no israelita para los judíos, y el profesor Richard Hess, especialista en Antiguo Testamento, ha denunciado la distorsión de las fuentes bíblicas que implica sacar de contexto las referencias a Edom para construir esta narrativa falsa. El rabino e investigador de la Torá, Ron Hendel ha subrayado que las menciones a Edom en los textos antiguos no sustentan en absoluto la especulación sobre un origen edomita de los judíos, mientras que la exegeta finlandesa Susanna Kokkonen ha argumentado convincentemente que esta teoría surge no de un análisis objetivo, sino de la necesidad ideológica de deslegitimar a los judíos.
La teoría de los "judíos edomitas" no solo es históricamente incorrecta, sino que también forma parte de un patrón más amplio de intentos de deslegitimación del pueblo judío que se ha manifestado de diversas formas a lo largo de la historia. Estas narrativas pseudohistóricas a menudo se entrelazan con otros mitos antisemitas, como la noción del "complot judío mundial" o la negación del Holocausto, formando un entramado de desinformación que se retroalimenta y perpetúa en ciertos círculos.
Por tanto, la teoría de los "judíos edomitas" ignora deliberadamente la riqueza de la evidencia arqueológica que vincula al pueblo judío con la tierra de Israel. Descubrimientos como los Rollos del Mar Muerto, las ruinas de sinagogas antiguas en toda la región, y artefactos como el Óstracon de Mesad Hashavyahu, proporcionan un registro material irrefutable de la presencia continua y la práctica religiosa judía en la tierra de Israel desde la antigüedad.
Es importante también considerar el contexto más amplio de la identidad judía, que no se basa únicamente en la ascendencia genética, sino que incorpora elementos culturales, religiosos y históricos compartidos. La transmisión ininterrumpida de tradiciones, textos y prácticas religiosas a lo largo de generaciones constituye un testimonio vivo de la continuidad del pueblo judío, independientemente de las teorías sobre su composición genética.
La promoción de teorías como la de los "judíos edomitas" no solo es históricamente inexacta, sino que también puede tener consecuencias peligrosas. Estas narrativas han sido utilizadas históricamente para justificar la discriminación, la persecución y, en casos extremos, la violencia contra las comunidades judías. Por lo tanto, es esencial que tanto académicos como el público en general desarrollen un pensamiento crítico y una alfabetización histórica que les permita reconocer y rechazar tales falsedades.
En última instancia, la riqueza de la tradición judía, desde la Torá hasta la vasta literatura rabínica posterior, junto con la evidencia arqueológica, genética e histórica, proporciona un testimonio elocuente de la continuidad y autenticidad de la herencia judía. Esta herencia compleja y multifacética ha demostrado ser resistente a lo largo de milenios de desafíos y persecuciones, y seguirá siéndolo frente a los intentos modernos de reescribir o negar su historia. La comunidad académica y la sociedad en general tienen la responsabilidad de defender la verdad histórica y rechazar las teorías conspirativas que buscan socavar la identidad y la legitimidad de cualquier grupo étnico o religioso.