MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES pintado en una catacumba de Vía Anapo del siglo III o IV. Yeshu bien afeitado sostiene lo que parece una varita mágica. |
¿Usó Yeshu una varita mágica al realizar sus milagros? Parece que sí, a juzgar por algunas de las primeras representaciones de Yeshu (Jesús o Yeshúa) en el antiguo arte cristiano.
La iconografía del cristianismo primitivo nos proporciona valiosas ideas sobre la estética de los primeros cristianos. Inspiradas en textos bíblicos y apócrifos, las imágenes cristianas más antiguas también son una ventana al pensamiento teológico de los seguidores de Yeshu de los siglos III y IV. Proveniente principalmente de contextos funerarios, el arte cristiano primitivo es especialmente rico en pinturas murales encontradas en catacumbas y en esculturas más pequeñas, como sarcófagos y lápidas. Por lo tanto, no sorprende que el repertorio de motivos expresado en estos medios se asocie principalmente con el más allá y la curación (física o espiritual).
Completamente teatral y visualizando la autoridad de la nueva religión (el cristianismo), la escena más popular del arte funerario cristiano primitivo fue la resurrección de Lázaro. Yeshu generalmente se para frente a un pequeño santuario que sostiene el cadáver envuelto y usa una varita para llamar a Lázaro de su tumba, donde había estado muerto durante cuatro días (Juan 11).
Aunque el Nuevo Testamento nunca menciona a Yeshu usando una varita para realizar sus milagros, es en los Papiros Mágicos Griegos (Papyri Graecae Magicae o PGM) que describe la utilización de varita mágica (ῥάβδος), tal como se puede leer en PGM IV:665:
Después de decir esto, verás las puertas abiertas y siete vírgenes saliendo de lo más profundo, vestidas con vestiduras de lino y con rostros de áspides. Son llamadas las Parcas del Cielo y empuñan varitas de oro.
-Dieter, H. (1986). The Greek Magical Papyri in Translation Including the Demotic Spells. USA: The Universidad of Chicago. p.51.
O en el que se describe como realizar encantamientos (PGM VIII. 64- 110):
La única referencia de la utilización de un ῥάβδος (varita mágica) que aparece en el Nuevo Testamento, es en el Evangelio de Mateo 10:10 (Marcos 6:8; Lucas 9:3) tal como podemos ver en el Codex Sinaiticus folio 204b:
μη
πηραν ειϲ οδον
μηδε δυο χιτωναϲ
μηδε ϋποδημα
τα μηδε ραβδον
αξιοϲ γαρ ο εργατηϲ
τηϲ τροφηϲ αυτου
'ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni ραβδον (varita mágica); porque el trabajador es digno de su sostén'.
-Cf. Codex Vaticanus, folio 1246c: ῥάβδος.
Esto nos indica que los primeros shlujim (apóstoles) utilizaban rabdos o ‘varitas mágicas’, incluso el “apóstol” Pablo de Tarso menciona sobre su utilización (1 Corintios 4:21:ῥάβδῳ) similar a la ‘varita mágica’ como la que tenía Atenea quien tocó a Odiseo, para devolverle su apariencia juvenil (Homero, La Odisea 16:172; 319: “χρυσείῃ ῥάβδῳ ἐπεμάσσατο”), o la varita mágica que utilizaba Hermes quien domina los sentidos del hombre (Homero, La Íliada 24:343).
Otra figura del Nuevo Testamento que se puede ver usando una varita para realizar un milagro en el arte cristiano primitivo es el apóstol Pedro. Ilustrando una leyenda atestiguada en la literatura apócrifa, la escena suele mostrar a Pedro golpeando una roca con un palo, en presencia de otras dos figuras, que visten capas y tocados militares romanos. Según la leyenda, Pedro durante su detención en Roma abrió milagrosamente un manantial de agua, que luego usó para bautizar a sus dos carceleros.
Así, durante mucho tiempo, Yeshu siguió siendo representado en el arte cristiano como un mago, con una varita mágica completa, tal como aparece en una placa de vidrio de oro del siglo IV en la biblioteca del Vaticano, reproducida en la portada de este volumen. Este culto cristiano de Yeshu, el mago, debe dejarse de lado en nuestro esfuerzo por determinar el contenido de las tradiciones de los extranjeros sobre él, pero fortalece el caso de esas tradiciones al mostrar que no eran peculiares de los extranjeros ni únicamente el producto de malicia tergiversación. Por el contrario, algunos de sus elementos más importantes fueron aceptados por cientos de miles de cristianos creyentes durante el primer milenio y más de la historia cristiana.
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