Al estar leyendo la versión griega del Nuevo Testamento de la editorial inglesa Crossway en el Evangelio de Mateo 23:37 en tal libro aparece la palabra Hierousalēm (Ἱερουσαλὴμ) un total de 77 veces.
Tal palabra es una transliteración del idioma latín tal como aparece en la Vulgata Latina, un ejemplo, el mismo versículo:
Hierusalem Hierusalem quae occidis prophetas et lapidas eos qui ad te missi sunt quotiens volui congregare filios tuos quemadmodum gallina congregat pullos suos sub alas et noluisti
Por lo cual, quisimos ver la fonética en los más antiguos códices de tal libro, ya que la versión moderna y aceptada, por lo menos en este versículo del Brit HaMetumtom en griego es:
Ἱερουσαλὴμ Ἱερουσαλὴμ ἡ ἀποκτείνουσα τοὺς προφήτας....
(Fonética: Hierousalēm, Hierousalēm ho’ apoqtenío ho’ profetes...)
La cual retoma códices más estilizados tales como el Codex Vaticanus, el Codex Bezae Cantabrigiensis y el Codex Washingtonianus del siglo V. Sin embargo, en códices más antiguos tales como el Codex Sinaiticus א del siglo IV, no se lee las palabras ‘Ἱερουσαλὴμ Ἱερουσαλὴμ’. En el folio 213 se lee lo siguiente:
ιηλμ ιηλμ τουϲ προ
φηταϲ αποκτενου
ϲα και λιθοβολου
ϲα τουϲ απεϲταλ
μενουϲ προϲ αυ
την
ποϲακιϲ ηθεληϲα
επιϲυναγειν τα τε
κνα ϲου ον τροπο
ορνιϲ επιϲυναγι
τα νοϲϲια αυτηϲ
ϋπο ταϲ πτερυγαϲ
και ουκ ηθεληϲα
(Traducción: Ielm, Ielm, que matas a los profetas y lapidas a los que te han enviado, con qué frecuencia he deseado reunir a tus hijos, como la gallina junta a sus crías bajo sus alas, y tú te negaste.
-Mateo 23:37 Codex Sinaiticus 213.)
Algunos sostienen que la palabra ιηλμ es una abreviatura de la palabra Hierousalēm o se trata de una sacra nomina. Sin embargo, tal abreviatura se aproxima más al nombre latino de Ilya Capitolina o Ælia Capitolina.
Ælia Capitolina era una colonia romana, construida en tiempos del emperador Publio Elio Adriano en el sitio de la ciudad judía de Jerusalén, que había sido arrasada casi por completo después del asedio del 70 d . C., siendo esta una razón aparente de la revuelta de Bar Kojba de 132-136 d.C. Ælia Capitolina siguió siendo el nombre oficial de toda la ciudad hasta el reinado del emperador Constantino I, quien en el año 324 restauró el nombre de Jerusalén. La primera parte del nombre pagano romano todavía se usaba en árabe en el 638 d. C., cuando los ejércitos musulmanes conquistaron la ciudad a la que llamaron 'إليا,', Iliyá '.
Elia vino del nombre gentil de Adriano, Elio, mientras que Capitolina significaba que la nueva ciudad estaba dedicada a Júpiter Capitolino, a quien se construyó un templo en el Monte del Templo.
Según Eusebio, la iglesia de Jerusalén se dispersó dos veces, en el 70 y en el 135, con la diferencia de que del 70 al 130 los obispos de Jerusalén tienen evidentemente nombres judíos, mientras que después del 135 los obispos de Ælia Capitolina parecen ser griegos. La evidencia de Eusebio de la continuación de una iglesia en Ælia Capitolina es confirmada por el Peregrino de Burdeos.
Según fuentes rabínica, cuando el emperador romano Adriano prometió reconstruir Jerusalén de los escombros en el año 130 d.C., consideró la reconstrucción de Jerusalén como un regalo para el pueblo judío. Los judíos esperaban con esperanza, pero después de que Adriano visitó Jerusalén, un samaritano lo desanimó de hacerlo. Entonces decidió reconstruir la ciudad como una colonia romana, que sería habitada por sus legionarios. La nueva ciudad de Adriano iba a estar dedicada a él ya ciertos dioses romanos, en particular a Júpiter. (Ver. Gray, John (1969). Una historia de Jerusalén. Londres: Hale. pag. 59.)
El nombre de Ilya Capitolina o el nomina sacra de Ielm del Codex Sinaiticus א se tiene fechado desde el año 117 d.C con el emperador Adriano hasta la época del emperador Herenius Etruscus en el año 251 tal como se puede constatar en el uso de las monedas de la época.
Esto implicaría que para el evangelista los sucesos de la vida de Yeshu se habrían dado en la colonia romana de Ilya Capitolina. Incluso, en el Codex Sinaiticus א la palabra ‘ιηλμ’ (Ielm) se utiliza un total de 42 veces con predominancia en el Nuevo Testamento y en segundo lugar en el libro de los Macabeos.
Un dato interesante en el cual no aparece la palabra ‘ιηλμ’ en la pseudo-Septuaginta, sino que aparece la palabra ‘ϊερουϲαλημ’ (Ïerousalim) tal como se puede ver en Isaías 60:1 en el folio 65b:
φωτιζου φωτι
ζου ϊερουϲαλημ ·
ηκει γαρ ϲου το
φωϲ · και η δοξα
κυ · επι ϲε ανατε
La palabra ‘ϊερουϲαλημ’ aparece en en Codex Sinaiticus א un total de 82 veces, con predominancia en la LXX y en segundo lugar con la literatura apócrifa como Judit o Tobias y en tercer lugar con los trabajos de Lucas (E. Lucas y Hechos de los Apóstoles) y de Pablo de Tarso (Romanos).
Los romanos llamaban a Jerusalén bajo el nombre de Ælia Capitolina, Ilia, o Ielm, ya que la política extrema de Adriano, expresada en la prohibición de la circuncisión (que se aplicaba tanto a los judíos como a los judeo-cristianos), se fortaleció aún más en ese momento cuando el Edicto de Adriano convirtió en una ofensa capital que los miembros del pueblo judío, cristianos o no, ingresaran Jerusalén y sus alrededores. Emperadores posteriores renovaron repetidamente este edicto. Las ruinas judías y la ausencia judía en la Ælia Capitolina parecían proporcionar abundante narrativa del triunfo constantiniano del cristianismo y es por ello que en el Nuevo Testamento bajo las palabras de Yeshu (o el copista) se refiera a la colonia romana y no a Yerushalaim.
El emperador Adriano al ser designado por él para supervisar la reconstrucción de Jerusalén bajo el nuevo nombre de Ælia Capitolina; que, impresionado por los milagros de curación y otras maravillas realizadas por los discípulos de los Apóstoles que habían regresado de Pella a la ciudad naciente, abrazó el cristianismo y, a petición propia, fue bautizado; que, como consecuencia de su continua devoción por las prácticas de la astrología, que se negó a abandonar incluso cuando fue reprendido por los discípulos, fue expulsado de la Iglesia.
El nombre de Ælia Capitolina para Jerusalem doble tenía la intención de recordar a los disidentes romanos, es decir, cristianos de origen romano, que el emperador Elio Adriano, y solo él, era el verdadero poseedor del poder en Jerusalén, y que Júpiter Capitolino solo, el verdadero padre de los dioses y el patrón de Roma, habita en Jerusalén, como lo hace en el Capitolio en Roma. Esta referencia, la encontramos haciendo eco en el Evangelio de Mateo 23:37 en el que se utiliza el nombre ‘Ielm’ en la boca del mismo Yeshu.
Los teólogos cristianos contemporáneos respondieron con éxito a este desafío de Adriano, Jerusalén = Ælia Capitolina, al reducir la importancia de esa ciudad para el cristianismo dentro del marco del dogma cristiano. Uno puede ver este fenómeno repetido entre cristianos teólogos tras el fracaso de los cruzados en Tierra Santa en el siglo XIII.
En el siglo IV (cuando se escribió el Codex Sinaiticus א) los textos que sobreviven muestran una creciente propensión a identificar a los judíos contemporáneos con asesinos de Yeshu, y percibirlos en marcado contraste tanto con los antiguos hebreos como con sus herederos espirituales, los cristianos, a saber, el versus Israel. En la misma época, en Ælia Capitolina, el padre de la Iglesia, Eusebio acusa a los judíos de crímenes adicionales: tener malinterpretado las Escrituras, no haber reconocido que las profecías se cumplieron en Yeshu; y haber desempeñado un papel en las persecuciones contra los cristianos. Además, Eusebio menciona que los judíos están acusados de haberse atrevido a rebelarse contra el Imperio Romano,
un Imperio que tuvo un papel especial bendecido, habiendo sido elegido por Dios para propagación del cristianismo en el mundo.
(Ver. Zeev Hofman, M. (2019), Eusebius and Hadrian's Founding of Aelia Capitolina in Jerusalem, Ben Gurion University of the Negev).
No es nada extraño, que después que se construyera la colonia romana de Ælia Capitolina, en el periodo romano tardío y la construcción de templos paganos como el de Júpiter donde estaba el Beit HaMikdash o el Templo de Afrodita para enterrar la cueva o letrina en la que Yeshu habían sido enterrado. (según el historiador romano Cassio Dio, Roman History, LXIX, 12; quoted by Dubnow, Weltgeschichte des Jüd. Volkes, III/55.) ya con el emperador Constantino en el Tratado de Milán en el 313 d.C., Jerusalén se convirtió en una ciudad santa para el cristianismo, se convirtió en el centro religioso del Imperio Bizantino y, gradualmente, se reemplazaron los templos paganos romanos por iglesias alrededor del Monte del Templo.
Los cristianos hoy en día junto con los mesiánicos sueñan con tener el control del Kotel (Muro de los Lamentos), sino también el construir el Tercer Templo, sin embargo es importante que cuando el cristianismo tuvo control del Har HaBait (Monte del Templo) en la época que se escribió el Codex Sinaiticus א, y posteriormente en el periodo bizantino, el Har HaBait estaba desolado e incluso servía como un basurero urbano.
(Ver. Yoram Tzafrir, Topografía y Arqueología en el Periodo Bizantino-הטופוגרפיה והארכאולוגיה בתקופה הביזאנטית. En Y: Tzafrir y S. Safrai (Eds.), ספר ירושלים, התקופה הרומית והביזאנטית, 5769, págs. 323 - 327)
Toda la literatura de viajeros de este período no menciona ninguna actividad en la montaña, ni actividad religiosa ni actividad comercial. El Monte del Templo tampoco aparece en el mapa de Midba en el territorio de Jerusalén, y dado que el tamaño de los elementos en el mapa expresa su importancia, su falta expresa su insignificancia durante este período.
Según la opinión principal del estudio, la montaña quedó desolada porque no tenía ningún papel en la historia cristiana (que centró el centro de santidad en la Iglesia del Santo Sepulcro, a la que migraron tradiciones relacionadas con el Monte del Templo como ser el centro del mundo). Posteriormente, cuando los cruzados capturaron Jerusalén en 1099 y la Cúpula de la Roca fue entregada a los agustinos, quienes la convirtieron en una iglesia, y la Mezquita Al-Aqsa se convirtió en el palacio real de Balduino I de Jerusalén en 1104, pero esto se hizo más por razones gubernamentales y menos por el bien de la santidad del sitio.
Es interesante ver que en la literatura judeo-cristiana como lo es el Tatbith el pasaje de odio de Yeshu sobre Jerusalem en Mateo 23:37 este ausente, mientras que en el Corán Al-Surat Al-Imran 3:181 se vió influido por el relato bizantino del Evangelio de Mateo, así como de los autores cristianos siríacos como Efrén:
“[Los judíos] matan a los profetas, como corderos inocentes. Los doctores vinieron a ellos y se convirtieron para ellos en un carnicero.
-Efrén, Sermones sobre la fe, 3:379-82.
Pareciera ser que el relato del Evangelio de Mateo sobre la sentencia de Yeshu contra Jerusalem y su falsa acusación que los judíos han asesinado a los profetas, se baso básicamente por una probable adición hecha por el antisemita Epifano quien indica que las desgracias de los judíos se ponen en marcado contraste con el éxito de la Iglesia cristiana, como señala Eusebio cuando presenta su relato de los levantamientos de la diáspora en los días de Trajano:
La enseñanza y la Iglesia de nuestro Salvador florecieron enormemente y progresaron día a día; pero las calamidades de los judíos aumentaron y sufrieron una sucesión constante de males. En el año dieciocho del reinado de Trajano hubo otro disturbio de los judíos, a través del cual un gran multitud de ellos perecieron.
-Historia Eclesiástica, 4.2.1.
Los mismos patrones se pueden discernir en el relato de la guerra de Bar Kojba, donde Eusebio enfatiza la desgracia en la que incurrieron los judíos en los días de Adriano, su destrucción final por el hambre y la sed, la construcción de una colonia pagana en Jerusalén y el decreto de Adriano según que:
"toda la nación (de los judíos) debería estar absolutamente impedida de entrar desde allí en adelante, incluso el distrito alrededor de Jerusalén, de modo que ni siquiera pudiera ver desde la distancia su hogar ancestral".
Ya sea confiando en Ariston, en otra fuente o en su propio entendimiento, el error cronológico de Eusebio no es accidental. Se ajusta al patrón:
crímenes judíos - castigo justo,
Que forma un motivo básico y consistente de su perspectiva histórica.
Según esta perspectiva, para Eusebio las consecuencias de la guerra de Bar Kojba constituyeron una manifestación más de la “intervención divina” en los asuntos humanos y esto fue justificado en el Evangelio con las supuesta sentencia antisemita de Yeshu en Mateo 23:37 en la que maldijo a Jerusalem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante para nosotros!