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Por Reuel Rolando.
Por Reuel Rolando.
Recuerdo mis días como pastor
cristiano, cuando creía caminar en el camino de la verdad y me agradaba
experimentar con cuestiones sobrenaturales. Porque en determinadas “reuniones
de poder”, en alguna iglesia o en alguna campaña de evangelización, “pasaba de
todo”. Ocurrían “milagros”, sanidades, y sobre todo: se manifestaba el “diablo
o los demonios” en alguno que seguramente no estaba haciendo las cosas bien.
Pero luego de un tiempo,
comencé a ver que lo mismo ocurría en las iglesias católicas carismáticas. Esto
me llenó de confusión. ¿Como puede pasar lo mismo en un lugar lleno de
ídolos y con idólatras? (Hablaban como pastor evangélico, considerándome no
idólatra como los católicos) Claro, no faltaba quien dijera: “Son solo imitaciones
del diablo”.
Ah, ósea que el “diablo”
estaba montando un show en donde sus mejores números eran los exorcismos,
en donde fingía que abandonaba y dejaba libre por fin a la gente atada por él.
Mas adelante, en un canal de
TV vi a un islámico, un sufi, hacer demostraciones de poderes
similares... lo mismo en ritos umbandas. Pero... ellos eran los truchos
y nosotros los que estábamos con el poder del Creador. El Creador estaba con
nosotros, pero con ellos el “diablo” engañándolos. ¡Pobrecitos!
Finalmente la Toráh llegó a mi
vida. Me alumbró de tal manera que pude ver lo sucio que estaba. Al final
estaba al mismo nivel que el cura sanador y que el hechicero. Sumergido en un
ambiente de impureza. En donde por la idolatría de Yeshu, y por la hechicería
de invocar su nombre para conseguir milagros y exorcismos, me había asociado a
las fuerzas de la impureza. Me engañaron o me engañé, pensé equivocadamente que
todo eso se trataba del Creador. Pero alabo al Eterno por haberme hecho libre
por medio de la única verdad: la Torá. Hoy puedo ver cómo el Eterno muestra su
poder y misericordia en cada situación, en medio de un silbo apacible, lejos de
griterías, éxtasis, y lenguas extrañas. Él obra según Su voluntad, de acuerdo a
su soberanía, y todo lo que hace es para nuestro bien.
Hoy escucho una única lengua,
la lengua sagrada, la de la verdad. Sin misterios y fábulas. Sin
contradicciones y complicaciones. Todo muy claro y detallado, para ayudarme en
mi corrección cada día y así poder elevarme.
Y el centro de la conversación
y de la vida en nuestro hogar hoy es el Eterno y la Torá. La verdadera shalom
por fin llegó y todo lo anterior ha sido un mal sueño del cual nos hemos
despertado.
Quiero señalar algo muy
importante, para aquellos que aún están siguiendo el camino del error.
En sus reuniones pueden
ocurrir hechos “sobrenaturales” pero no siempre estas cosas vienen por la
presencia divina. Sobre todo cuando se está en la idolatría del dios-hombre
Yeshu. Y más cuando todo lo que se hace o se pide en oración, se hace invocando
su nombre, el nombre de una falsa deidad.
Cuando se hace esto, se llama
a las fuerzas de la impureza y estas toman control. Entonces ocurren cosas que
asombran, pero que no son buenas. No es que haya un “diablo” (me refiero a las
fuerzas impuras) que se incomode por algo y se quiera ir, sino que las mismas
fuerzas de la impureza arman su espectáculo y mantienen a los espectadores en
su error. Y con ese engaño les hacen afirmarse aún más en la idolatría y la
mentira.
El Creador no produce
desorden, gritería, manifestaciones de “demonios” (de muy mal gusto, por
cierto), ataques de risa, manifestaciones de éxtasis, temblores, lenguas
extrañas, profecías o adivinaciones que se cumplen a medias o no se cumplen...
Sino todo lo contrario. Pero si la gente busca esto desde la idolatría, les
permite transitar ese camino de error.
Todo lo que ocurre y no gusta,
no se le puede atribuir al “diablo”, como tampoco los errores que se cometen.
Hablar siempre de estas fuerzas impuras dándoles valor sigue aumentando la
idolatría. Aparte de estar haciendo un culto al ídolo Yeshu, se le suman a este
otros más que son estas fuerzas de la impureza (demonios). Muchos se pasan la
vida hablando del “diablo” y echándole la culpa al “diablo”. Incluso en los
cultos se suele “echar al diablo del lugar u ordenar a los demonios que suelten
a sus víctimas, ya sea por enfermedad, problemas económicos, depresión, etc.”
Me pregunto y no logro
comprender: ¿Cómo no me di cuenta antes de toda esta locura? Cuando no usamos
la razón nos hacen tragar un buzón.
Pero la luz de la Toráh sigue
alumbrando, y está disponible para todo aquél que quiera acercarse a ella, para
todo el que busca sinceramente la verdad.
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