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[El abandono del
judaísmo sui géneris por la mayoría judeo-cristiana: El fracaso del
movimiento de Yeshu]
Como se ha dicho, la afirmación de que los cristianos han
abandonado la religión de Yeshu.[1]
constituye un tema principal de los textos. Se dice que esta traición consiste,
entre otras cosas, en la renuncia a la observancia de los mandamientos de la Torah de Mosheh. Es cierto que una
orden se puede encontrar en un versículo del Corán (5: 50) para la noción de
que Yeshu no abolió la Torah de Mosheh (Ley
de Moisés). Sin embargo, a mi juicio, es totalmente inconcebible que un autor
musulmán, que ciertamente consideraba que la Ley Mosaica había sido derogada
por Mahoma, debía atacar constantemente a los cristianos por no obedecer los
mandamientos del Tana”j que él creía que habían sido rescindidos por decreto
divino. Algunos de los mandamientos mosaicos cuyo abandono por los cristianos
es deplorado en estos textos un estrechos paralelos con en el Islam (esto se
aplica a la circuncisión, a las leyes relativas a la pureza ritual y a la
prohibición de comer cerdo). Otros, sin embargo (por ejemplo, los mandamientos
que tratan con el Shabat y la
prescripción concerniente a la dirección a la cual uno debe girar al orar), no
son similares a las leyes islámicas relevantes. Suponiendo que un teólogo
musulmán pudiera, por su propia voluntad, haber lanzado amargos reproches
contra los cristianos por haber abandonado estos últimos mandamientos y
haberlos reemplazado por otros diferentes, o haber usado con toda seriedad las
interpretaciones judías de la ley que conocemos desde el Talmud Bavlí Masejet
Shabbath 132a. Para probar que Yeshu no
profanó el shabat, o de nuevo pudo
haber tenido la idea de citar, como lo hacen los autores de los textos, un
pasaje no concluyente de los Evangelios (Juan 4:19-21) para probar que al orar
Yeshu se volvió hacia Yerushalaim (Jerusalén),[2]
uno tomaría una posición completamente insostenible. Tampoco un teólogo
musulmán consideraba necesario en el curso de las polémicas dirigidas contra la
doctrina de la divinidad de Yeshu e insertar una descripción impresionante de
la agonía de Yeshu al aproximarse a la crucifixión. Como veremos al hablar del
relato de la pasión de Yeshu que figura en estos textos, una de las principales
tareas auto-impuestas de Abd al-Jabbar en su argumento contra los cristianos
consiste en tratar de encontrar en los textos más bien intratables que son
obligados a usar, pero que sólo sirven a su propósito hasta cierto punto,
alguna confirmación de la visión del Corán según la cual Yeshu no fue
crucificado. En resumen, la parte de los textos que se está debatiendo fue
adaptada por Abd al-Jabbar o por sus ayudantes, que a veces mediante la adición
de unas pocas palabras o unas pocas frases y a veces interpolando páginas
enteras, incluso a una le otorgó un carácter superficialmente islámico, pero no
fue originalmente compuesto por un musulmán.[3]
Esta conclusión negativa puede ya, en esta etapa,
complementarse con una identificación positiva del medio religioso del que
deriva la mayor parte de nuestros textos.
Nazarenos y ebionitas, dos clases de mumarim.
Nazarenos y ebionitas, dos clases de mumarim.
[1] La palabra árabe traducida por "Cristo" es al-masij-المسيح. Probablemente, la palabra
siriaca correspondiente significando Mesías ocurrió en los textos originales.
Sin embargo, existe la posibilidad de que el uso frecuente en nuestros textos
de la palabra al-masij se deba al
traductor, siendo éste el nombre árabe habitual de Yeshu.
[2] El hecho de que al principio de sus casos Mahoma
también ordenó a sus seguidores que se volvieran a Jerusalén cuando la oración
es irrelevante. En este sentido, en virtud de un mandamiento posterior de
Mahoma, La Meca se había convertido en la Qibla
de los musulmanes.
[3] El conocimiento familiar de un gran número de fuentes
cristianas que aparecen en los textos no necesariamente necesariamente, por sí
mismo, refuta la hipótesis de que su autor era musulmán, pero tiende a hacerlo
muy improbable.
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