9/19/2010

Ezra / Edras 3:8: Refutación a la Manipulación Misionera del texto Ezra 3:8 respecto al nombre de Yehoshúa ben Yotzadak




Los adherentes a la doctrina mesiánica fundamentan su interpretación en el pasaje de Ezra 3:8, donde argumentan que se emplea indistintamente el nombre Yehoshúa (יהושע) y su variante Yeshúa como referencias al mismo individuo. A partir de esta evidencia textual, sostienen que su Mesías debía ser llamado Yehoshúa, una posición teológica particularmente defendida por la corriente nazarena (natzratim):

El nombre del Mashiaj es Iehoshúa (יהושע), su nombre y la palabra ‘ieshuá’ (ישועה) tienen el mismo valor numérico de 391, porque ambos tienen la misma esencia; si quieres salir miyad Sheol (“del poder de la muerte” Hoshea 13.14, valor numérico de 391), él es el remedio para ello ¡sigue sus enseñanzas, que te llenarán de la Torá haQdosháh y de la Ruaj haQódesh!, y si te preguntas la pregunta que hace Talmud en Sanhedrin 98b: “Ma Shmó (ומש מה¿Cuál es su nombre [del Mashiaj]?)” la respuesta la tienen los Natzratim, y esta es: ‘Hallarás su nombre dentro de la pregunta (ma shmo), pues dicha pregunta tiene el mismo valor numérico de su nombre, Iehoshúa (391)

- Abdiel Frías


La Contestación 

El análisis del texto de Ezra 3:8 resulta fundamental para esta discusión:

ח וּבַשָּׁנָה הַשֵּׁנִית לְבוֹאָם אֶל-בֵּית הָאֱלֹקים לִירוּשָׁלִַם בַּחֹדֶשׁ הַשֵּׁנִי הֵחֵלּוּ זְרֻבָּבֶל בֶּן-שְׁאַלְתִּיאֵל וְיֵשׁוּעַ בֶּן-יוֹצָדָק וּשְׁאָר אֲחֵיהֶם הַכֹּהֲנִים וְהַלְוִיִּם וְכָל-הַבָּאִים מֵהַשְּׁבִי יְרוּשָׁלִַם וַיַּעֲמִידוּ אֶת-הַלְוִיִּם מִבֶּן עֶשְׂרִים שָׁנָה וָמַעְלָה לְנַצֵּחַ עַל-מְלֶאכֶת בֵּית-יי.  {פ}

“Y el segundo año de su llegada al lugar de la Casa de Elokim en Yerushalaim, en la segunda luna nueva, comenzaron Zerubabel hijo de Shealthiel y Yeshúa (Jesúe) hijo de Yotzadaq, y el resto de sus hermanos los cohanim –sacerdotes- y los levitas, y todos los que habían venido del cautiverio, (a edificar el Templo) Y encargaron a los levitas de veinte años en adelante que vigilan las obras de la Casa del Eterno”

Ezra 3:8

Este pasaje evidencia varios aspectos fundamentales: primero, el Yeshúa mencionado es identificado específicamente como hijo de Yotzadaq (יֵשׁוּעַ בֶּן-יוֹצָדָק), no como hijo de Miriam, de Yosef, ni del espíritu (יש"ו בן מר"ים או יש"ו בן יוסף או יש"ו בן רוח). La importancia de este punto se magnifica al considerar que en el Tanaj aparecen múltiples personas con el nombre Yehoshúa/Yeshúa, como se evidencia en Zejaria 3:1: “וַיַּרְאֵנִי, אֶת-יְהוֹשֻׁעַ הַכֹּהֵן הַגָּדוֹל” (“Y me mostró al sumo sacerdote Yehoshúa”), demostrando que este nombre era común y carecía de cualquier exclusividad mesiánica. Además, el versículo siguiente confirma que este Yeshúa/Jesúe tenía descendencia, lo cual contradice frontalmente los registros del Nuevo Testamento sobre Yesh"u de Natzrat.

La evidencia textual sugiere que el uso de Yesh"ú (יֵשׁוּ) como variante de Yehoshúa era común en el arameo durante el período del Segundo Templo. Es particularmente relevante señalar que el nombre 'Jesús', derivado del griego 'Iesous', conlleva connotaciones específicas en el contexto paulino temprano. Como evidencian los escritos de Efesios 1:21, los primeros cristianos consideraban este nombre ‘por encima de todos los nombres’. Orígenes posteriormente argumentaría su superioridad sobre las denominaciones de deidades paganas (Fidler, 'Jesus Christ, Sun of God', 1993, p. 264). Resulta significativo que la gematría del nombre griego 'Iesous' corresponde al número 888 (Fidler, op. cit., p. 29):



La numerología ocupaba un lugar significativo en la tradición cristiana primitiva, particularmente en relación con el valor numérico 888, obtenido al sumar los valores de las veintiún letras del alfabeto griego. La correspondencia de este número con el valor numérico de ‘Iesous’ en griego era considerada fortuita por los primeros cristianos.  

Sin embargo, es crucial señalar que el nombre 'Jesús', derivado del griego 'Iesous', y su supuesta gematría de 888, representa una innovación helenística completamente ajena a la tradición judía. Como establece el Talmud en Shabat 33a: “אמר רב יהודה: לא יבקש אדם צרכיו בלשון ארמית” (“Dijo Rav Yehuda: Una persona no debe hacer sus peticiones en arameo”), y ciertamente no en griego, pues la santidad del lenguaje está intrínsecamente ligada al lashón hakodesh (hebreo). La pretensión de derivar significado teológico de la numerología griega contradice fundamentalmente los principios de la exégesis judía tradicional.

Es importante señalar que ‘Iesous’ representa una transliteración deliberada del hebreo ‘Yeshúa’. En este contexto, los natzratim proponen que el nombre de su Mesías es Yehoshúa, basándose en su interpretación del texto de Shem-Tov. Sin embargo, este manuscrito utiliza consistentemente Yesh”ú (יש״ו), con valor numérico 316, o Yeshúa (ישוע), equivalente a 386. Significativamente, el texto de Shem-Tov nunca emplea el nombre Yehoshúa, sino que utiliza la forma Yesh”ú (ימח שמו וזכרו), concordante con el contexto anti-misionero de Itzjaq Ibn Saprut. Este uso intencional en textos polémicos anti-misioneros se encuentra bien documentado en el Toldot Yeshú que explica “Y así lo llamamos Yesh"u como maldición”. Este acrónimo deliberado contradice directamente cualquier intento de atribuirle significado místico o mesiánico al nombre.

La argumentación de los natzratim y otros grupos misioneros se fundamenta en su interpretación del acrónimo presente en Shem-Tov como Yehoshúa (יהושע). No obstante, esta interpretación presenta inconsistencias históricas: durante el período del Segundo Templo, este nombre se escribía con seis letras (יהושוע), no con cinco. Esta ortografía se evidencia en referencias al Rabí Yehoshúa ben Jananyah en el Sha"s (masejet berajot 1:2:4:3-4; Yebanot 4:13; Avot 2:8-9-11, entre otros: רבי יהושוע). La inclusión de la waw [ו] adicional resulta en un valor numérico de 397, aunque la forma Yeshúa era más prevalente en el uso común:

Es fundamental señalar que no existe evidencia profética en el Tana"j que especifique que el Mesías debería llamarse Yehoshua o cualquier otro nombre específico. La interpretación que sostiene lo contrario se fundamenta principalmente en el pensamiento paulino y en interpretaciones selectivas de la gematría talmúdica. Un ejemplo notable de esta manipulación textual se encuentra en la interpretación del pasaje de Sanhedrín 98a, donde se relata el diálogo entre Rabí Yehoshua Ben Leví y Eliyah"u respecto al advenimiento del Mashíaj. En este texto, Eliyah"u dirige a Rabí Yehoshua a buscar al Mashíaj en las puertas de Roma entre los enfermos. La naturaleza misma de la pregunta '¿cuándo vendrá?' implica que el Mashíaj aún no había llegado, aunque una lectura literal sugeriría que ya había nacido.

Durante la Edad Media, tanto los católicos como los mumarim, ejemplificados por figuras como Yehoshua Halorqui (Pablo de Santamaría), interpretaron este pasaje como una referencia a Yesh"u y su supuesto gobierno desde Roma. Resulta significativo que los grupos mesiánicos contemporáneos continúen empleando esta misma exégesis, lo cual sugiere un estancamiento en el desarrollo teológico desde el período medieval, perpetuando metodologías misioneras de origen católico.

El Ramba"n (Najmánides) ofrece una interpretación más matizada del texto:

“No se refiere que se haya dicho que él (Mashíaj) esté en Roma, sino que se revelará en Roma en algún momento, ya que le dijo Eliyahu a aquel sabio [Cf. 29] que lo podrá encontrar allá en ese día, que se mostrará allá. En la Hagadá, dice que el Mashiaj estará en Roma hasta destruirla, cómo encontramos con Moshéh, nuestro maestro, que creció en la casa del Faraón hasta que lo castigó y ahogó a todo su pueblo en el mar. Así también se declara con respecto a Jirán, el rey de Tiro: “Saqué fuego de dentro tuyo y te consumí” (Yejezkel 28:18). Así también declara Yeshayahu: “Allí ha de paser el becerro y allí se echará, sus retoños consumirá" (Yeshayahu 27:10). En el texto Hejalot Rabatí (6,2) dice: “...hasta que le diga una persona a otra: anda a Roma y todo lo que hay en ella está a una pruta [moneda mínima], y éste le diga: no me interesa…”

La discrepancia entre las profecías mesiánicas y la historia de Yeshú se hace aún más evidente al considerar profecías específicas incumplidas. Yeshayahu 2:4 promete: "וְכִתְּתוּ חַרְבוֹתָם לְאִתִּים וַחֲנִיתוֹתֵיהֶם לְמַזְמֵרוֹת לֹא-יִשָּׂא גוֹי אֶל-גּוֹי חֶרֶב" - "Y convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra nación". Yejezkel 37:28 promete: "וְיָדְעוּ הַגּוֹיִם, כִּי אֲנִי יְהוָה מְקַדֵּשׁ אֶת-יִשְׂרָאֵל, בִּהְיוֹת מִקְדָּשִׁי בְּתוֹכָם, לְעוֹלָם" - “Y sabrán las naciones que Yo soy HaShem que santifico a Israel, cuando esté Mi santuario en medio de ellos para siempre”. Ninguna de estas profecías se cumplió en tiempos de Yeshú ni en los dos milenios posteriores.

Además, el argumento del poder temporal resulta significativo: el Imperio Romano alcanzó su apogeo antes del surgimiento del cristianismo. Paradójicamente, tras la adopción del cristianismo, el imperio experimentó un declive gradual. En la actualidad, la demografía y el poder económico del Islam (referido como el Dominio de Ismael) supera al del cristianismo, evidenciando una trayectoria histórica inconsistente con las expectativas mesiánicas tradicionales.