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[Conclusión]
Sobre la evidencia de estos textos, estos sectarios
judeo-cristianos se caracterizaron por tener una visión amarga y desencantada
de la historia o, más precisamente, de la historia con la que estaban
principalmente interesados, a saber, la sucesión de acontecimientos --- cuyos
hitos eran la obra misionera cristiana en Antioquía y la actividad de Pablo, y
después la de Constantino como de sus sucesores, acontecimientos que en su
opinión habían provocado la corrupción y la "romanización" del
cristianismo. En el momento de la composición de los textos esta religión en sus
manifestaciones dominantes era bastante opuesta a la de Yeshu. Creían que esta
decadencia se debía al amor al poder por parte de los líderes cristianos, como
Pablo y otros. Entre otras cosas, este amor por el poder era en su opinión
responsable de la fatídica decisión en virtud de la cual los misioneros
cristianos se concentraron en el proselitismo de las naciones gentiles,
descritas en estos textos como ignorantes, en lo que respecta a la religión,
entre los judíos que son los incrédulos, pero que podrían haber sido
convertidos si se dirigieran en su propia lengua hebrea. Según su
interpretación, los líderes cristianos temían que los judíos, un pueblo
instruido en la ley religiosa (halajah),
pudieran ver a través de sus pretensiones. Mientras tanto los judíos, que habían
hecho todo lo posible por excluir a los primeros judeo-cristianos de su
comunidad, y las iglesias de los cristianos dominantes, que a menudo perseguían
a los judíos, consideraban la separación del judaísmo y el cristianismo como un
hecho ineluctable que se podía considerar con complacencia, -y por lo cual los cristianos habían recibido
una explicación teológica-, los autores judeo-cristianos de nuestros textos
y presumiblemente otros miembros de su secta pueden haber sido los únicos en el
mundo --- en el período relativamente tardío del siglo V al VI), en el que se
componían estos textos -que todavía
deploraban la división del judaísmo y el cristianismo, dos religiones que
deberían haber permanecido una, según era su visión-. También deploraron el
hecho de que los cristianos (o quizás la mayoría de ellos) ya no leyeran los
Evangelios en hebreo, el lenguaje de Yeshu y de todos los profetas. Es evidente
que estos judeo-cristianos creían que preservaban y continuaban (tal vez
clandestinamente) las tradiciones de la primera comunidad cristiana no aún
corrupta de Jerusalén fundada por los discípulos inmediatos de Yeshu, que
profesaban su religión judía, es decir, creían que era un hombre y no un ser
divino, y observó los mandamientos mosaicos.
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