Según Epifano este evangelio escrito en hebreo era utilizado (en diferentes versiones) por nazarenos y ebionitas.
¿Quiénes eran los nazarenos y ebionitas?
Según los Padres de la Iglesia son nuestra principal fuente de información sobre los diversos grupos “judeo”-cristianos. Los Padres de la Iglesia tenían un conocimiento directo de estas comunidades que desaparecieron poco a poco y tuvieron acceso a su literatura, hoy en gran parte perdida. Sin embargo, su testimonio encierra una cierta ambigüedad, pues, aparte de Justino, los Padres presentan a gentes a las que ya han juzgado desde lo más profundo de sí mismos. En la literatura patrística, las menciones relativas a los nazareos y los elkasaítas son relativamente limitadas; no sucede lo mismo con los ebionitas, señalados en varias ocasiones por numerosos Padres de la Iglesia. Ni que decir tiene que, al renunciar a estudiar la totalidad de los testimonios patrísticos, dirigiremos nuestra atención sobre aquellos que nos parecen más significativos. Entre los Padres, el primer testigo será Justino (Diálogo con Trifón 46-48), el cual pertenece a una época en que, según parece, los judeocristianos aún no recibieron nombres particulares.
Los Ebionitas.
Los ebionitas son mencionados especialmente por hereslólogos como Hipólito de Roma (Refutación de todas las herejías 7,34) o Epifano de Salamina (Panarión 30), estos se inspiran a veces directamente en Ireneo de Lyon, que es el primero en nombrar así a este grupo (Adversus Haereses 1,26,2) Otros Padres nos informan de manera más ocasional, a pesar de que el testimonio de Tertuliano es breve, merece ser señalado, pues este Padre es de lengua latina, mientras que la mayor parte de los testigos más antiguos son de lengua griega (Sobre la Prescripción de los Herejes 10,8, 33,5 11) Orígenes resulta particularmente útil, pues juega con el significado del nombre ebionita (אביוני) y llama la atención de sus lectores sobre los aspectos doctrinales. De su inmensa obra nos centraremos en fragmentos de su Comentario a Mateo, en sus Homilías sobre el Génesis, sobre Jeremías y sobre Lucas; sin dejar de lado, ciertamente, su obra Contra Celso y su Tratado de los Principios. Por Eusebio es muy interesante, también, pues hace que percibamos la diversidad de grupos ebionitas y precisa perfectamente los vínculos que pudieron surgir entre la comunidad judía de Jerusalén y los judeocristianos (minim, mumarim) en su conjunto, por otra parte, estaremos particularmente atentos a la manera en que habla de los «hebreos» (HE 3,25,4-5, 3,27; 4,5,2-4)
Los nazarenos.
Los nazareos son mencionados por primera vez en Epifano de Salamina (Panarion 29), están en el centro de un intercambio epistolar entre Agustín y Jerónimo (Agustín, Cartas 28,40, 71,82; Jerónimo, Cartas 72,75,81); este último los relaciona con los ebionitas, y parece considerarlos como una especie particular entre ellos.
Para Interpretar el testimonio de los Padres y evaluar su interés, al investigador le gustaría disponer de los escritos judeocristianos, a fin de poder emitir libremente un juicio sobre su pensamiento y su fe. Ahora bien, la literatura de que disponemos es poco abundante, algunos fragmentos evangélicos judeocristianos nos han llegado sobre todo a través de citas patrísticas. Los investigadores han reconocido a través de estas citas tres evangelios que han sido llamados como el Evangelio de los Nazarenos (הבשורה של נצרים), el Evangelio de los Ebionitas (הבשורה על פי האביונים) y el Evangelio de los Hebreos (בשורה על פי העברים).
A estos testimonios tan parciales podemos añadir la literatura Pseudo-Clementina los Reconocimientos y las Homilías, sin olvidar algunos otros documentos, especialmente la Carta de Clemente a Santiago, Los Reconocimientos y las Homilías beben de un mismo documento, llamado por los críticos como el «Escrito de base», fechado entre los años 220 y 260 este «Escrito de base» utiliza fuentes que le relacionan con el judeocristianismo. Entre estas fuentes, los Kerigmas de Pedro, un escrito de los años 200, y sobre todo un texto que se encuentra en los Reconocimientos 1,27-71.
El Evangelio Hebreo de estos tres grupos y sus diferencias.
Evangelio de los Ebionitas
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Evangelio de los Nazarenos
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Evangelio de los Hebreos
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Ireneo considera como esenciales para la fe es reducida, puesto que están apegados sólo al Evangelio de Mateo, el más cercano a la tradición judía.
Ireneo les reprocha vivamente que consideren a Yeshu simplemente como un hombre, pues en Yeshu no reconocen al Hijo del Padre.
Ahora bien, una sana lectura del Evangelio de Mateo, al que ellos apelan, manifiesta su error.
Ireneo se refiere particularmente a la traducción de Yeshayah 7,14 que ellos propugnan.
En efecto, los ebionitas siguen las traducciones griegas de los judíos Teodición de Éfeso y Áquila del Ponto:
A diferencia de los Setenta, estos traductores entienden en efecto el almah hebreo (muchacha) como neanís (joven), y no como parthenos (virgen). Para Ireneo, una interpretación como ésta resulta imposible desde el nacimiento de Yeshu:
«[Estos traductores] son seguidos por los ebionitas,
que dicen que Yeshu nació de Yosef, destruyendo así tanto
como hay en ellos de esta gran "economía" de Di-s y reduciendo a nada el testimonio de los profetas, que fue la obra de Dios»
(AH 3,21,1).
La comprensión de Yeshayah 7,14 estuvo en el centro de la disputa entre judíos y cristianos sobre Yeshu, pero también dividió a los discípulos de Yeshu.
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Sin embargo, en una especie de apéndice a la noticia sobre
los nazareos, Epifanio insiste en una vinculación particular:
«Tienen también el evangelio según Mateo de una forma muy completa en hebreo […] como estaba escrito al principio. Pero yo no sé si han retirado también las genealogías desde Abrahám hasta Cristo» (Panarion 29,9,4).
A veces se ha pensado que esta observación podía apoyar
la idea de un Evangelio de Mateo que hubiera existido primero en una lengua semítica, como deja suponer una observación de Papías de Hierápolis referida por Eusebio en HE 3,39,16, pero no hay nada de esto. Estas pocas líneas sobre el Evangelio de Mateo en hebreo distinguen a los nazareos de otros cristianos que leen este evangelio en griego.
Los nazareos muestran un gran interés por este evangelio, pero nada deja suponer que fueran infieles a los otros escritos cristianos. Así pues, se distinguen tanto de los cerintianos, que no utilizan más que una parte del Evangelio de Mateo.
Este evangelio «según Mateo» en hebreo es llamado muy frecuentemente por Jerónimo y los códices que lo citan el «evangelio judío» o «según los hebreos». Fue reconstruido
muy parcialmente en época moderna con ayuda de las
citas tomadas de las obras de Jerónimo, Eusebio y de algunos fragmentos encontrados en manuscritos griegos mateanos. Los fragmentos así reunidos confirman la importancia que los nazareos concedían a una lectura en lengua semítica, quizá en arameo más que en hebreo. La estructura de este evangelio debía de ser bastante semejante a la del Evangelio de Mateo en griego, pero el propio contenido podía diferir de forma bastante sensible.
En todo caso, los fragmentos que se conservan no conducen a pensar que este evangelio conllevara un carácter heterodoxo con relación a la fe de la mayoría de los discípulos de Yeshu. Este hecho confirma la presentación de Epifanio.
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El Evangelio de los Hebreos es objeto de citas por parte de Epifano (Panarion 30) y los críticos han podido precisar así sus rasgos característicos.
Epifano lo considera como una forma falsificada del evangelio canónico de Mateo. De hecho, este evangelio, probablemente
de finales del Siglo II, fue redactado en griego, tal se ha dicho sobre este:
«era un escrito de tipo Sinóptico, constituido por un mosaico
de expresiones tomadas de los tres primeros evangelios» (Daniel A. Bertrand). Esta armonía evangélica mezcla
los tres sinópticos introduciendo rasgos típicos de las creencias de algunos ebionitas, en particular de su cristologia.
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